ARELLANO FÉLIX, LOS POLÍTICOS Y EL PAYASO

05/11/2013 - 12:00 am

Por Gerardo Zúñiga Pacheco, Luis Carlos Sáinz Martínez y Adela Navarro Bello

Arellano fue abatido de cinco disparos en la cabeza. Su cuerpo quedó entre uno y dos metros del acceso de la entrada principal. Foto: Zeta
Arellano fue abatido de cinco disparos en la cabeza. Su cuerpo quedó entre uno y dos metros del acceso de la entrada principal. Foto: Zeta

Ciudad de México, 5 de noviembre (SinEmbargo/ZETA).– El día que un sicario disfrazado de payaso asesinó en Los Cabos a Rafael Arellano Félix, no había seguridad alrededor. El salón de fiestas privado y con control de acceso, estaba abierto al público sin necesidad de identificarse o saberse en una lista de convidados. El homicida entró sin problemas, mató de cinco disparos al mayor de los Arellano Félix y salió igual, sin inconvenientes. La autoridad presume una conspiración para asesinar al hermano de Enedina Arellano Félix.

Horas después, en la Ciudad de México, fue detenido por la Policía Federal “El Caballo”. Se presumen dos vías de información para su captura: una delación de una banda rival, o una venganza del CAF, por haber descuidado a Rafael Arellano.

La secuencia de escenas denota una operación orquestada.

Un sicario disfrazado de payaso logra entrar a la fiesta privada en la que celebraba su 63 cumpleaños, Rafael Arellano Félix, y lo mata de cinco disparos.

Veinticuatro horas después, mientras comía en un vistoso restaurante de Lomas de Chapultepec en la Ciudad de México, Manuel Aguirre Galindo “El Caballo”, fue detenido por elementos de la Policía Federal.

Los dos hombres, añejos integrantes del Cártel Arellano Félix, que durante más de 20 años delinquió en Baja California, perdieron la vida y la libertad en la misma semana.

Si en política no hay coincidencias, en crimen organizado y narcotráfico, tampoco. Los ataques al CAF, la ejecución de Arellano y la detención de Aguirre, tienen todos los visos de haber sido planeadas en su conjunto, para asestar un golpe profundo a la lánguida organización criminal.

Aunque Manuel Aguirre, el prófugo más notorio del CAF estaba –según información de la DEA y el FBI– en la estructura del Cártel de Sinaloa, su aprehensión en la Ciudad de México denota una vida impune aun dentro de la criminalidad. De igual manera, Rafael Arellano Félix, quien había sido juzgado por delitos menores en términos de crimen organizado, y purgó una condena de siete años de prisión para recuperar su libertad, era un empresario y productor musical llamado “Mauro Vázquez”.

En estas condiciones, la conspiración de otra organización criminal para acabar con dos visibles miembros del CAF, es una de las hipótesis ante lo sucedido.

La otra teoría, es que la detención de Aguirre está relacionada a la ejecución de Arellano. Dos vertientes de la hipótesis:

1. En los interrogatorios posteriores al asesinato, familiares o invitados podrían haber proporcionado información de la ubicación de “El Caballo”.

2. Manuel Aguirre Galindo, financiero del CAF y cercano a la familia, era el encargado de proteger la seguridad de Rafael Arellano, el mayor de los hermanos. Al descuidar su labor, abrió la puerta a los asesinos y fue entregado a la Policía Federal, por otros miembros del Cártel Arellano.

Mientras la Policía Federal de la Comisión Nacional de Seguridad que dirige el doctor Manuel Mondragón, no ha ofrecido detalles de la detención, de hecho no fue en colaboración con autoridad alguna, ni siquiera con la Procuraduría General de la República, que deberá presentar los cargos a partir de la Subprocuraduría Especializada en Delincuencia Organizada (SEIDO).

En efecto, los federales lo localizan y lo aprehenden sin un disparo. Después de identificarlo, le presentan una orden de aprehensión que llevaban. Así fue detenido uno de los fundadores del CAF, experto en lavado de dinero y prófugo desde hace más de 20 años.

LE DETENCIÓN DE “EL CABALLO”

Manuel Aguirre Galindo "El Caballo". Foto: Zeta
Manuel Aguirre Galindo “El Caballo”. Foto: Zeta

Dos décadas tuvieron que pasar para que fuera detenido el presunto narcotraficante Manuel Aguirre Galindo “El Caballo” o “El Galán”, cerebro financiero del CAF, quien era reclamado por el gobierno de los Estados Unidos.

Zeta confirmó la privación de la libertad del fundador del cártel, al conocer de dos amparos formulados por familiares del capo.

El mafioso fue capturado el sábado 19 de octubre en la Ciudad de México, un día después de que en Baja California Sur fue asesinado Francisco Rafael Arellano Félix “La Pancha”, reunión a la que habrían acudido diversas personalidades del narcotráfico.

Aguirre Galindo cuenta con diversas averiguaciones previas en su contra en México por su probable responsabilidad en la comisión de delitos contra la salud, delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita, algunas de las cuales se han consignado con la consabida solicitud de orden de aprehensión.

De aproximadamente 70 años de edad, “El Caballo”, que también se hace llamar Estanislao Olmos González “El M-17”, es señalado como uno de los principales lavadores de dinero para el clan arellanista, y autoridades norteamericanas ofrecen una recompensa de 2 millones de dólares por su detención.

Tanto la SEIDO como las instituciones ministeriales que le precedieron, consideran al ahora detenido como uno de los fundadores del CAF, al lado de los hermanos Benjamín y Ramón Arellano Félix, así como Jesús Labra Avilés “Don Chuy”.

De acuerdo a la autoridad federal, desde la década de los ochenta, el capo se ocupó de las finanzas,  operaciones de lavado de dinero y relaciones con empresarios tijuanenses por parte de la organización criminal.

“El Caballo” cuenta con antecedentes penales desde 1981, cuando se le capturó por su presunta participación en delitos contra la salud en las inmediaciones de San Felipe, Baja California, por descargar droga en una pista de aterrizaje clandestina. Además, es señalado de lavar dinero a través del complejo turístico Oasis Resort Playa Mar, asegurado en 1998.

También se le vinculó en los años noventa como uno de los encargados del CAF, de abrir la plaza de Chihuahua y del intento de cohecho al General José Luis Chávez, entonces delegado de la Procuraduría General de la República (PGR) en Baja California, a través del también militar de alto rango Alfredo Navarro Lara.

Después de la muerte de Ramón Arellano, en 2002, y las detenciones de Benjamín en ese mismo año, Javier en 2006 y de Eduardo en 2008, autoridades estadounidenses y mexicanas aseguraron que “El Caballo” seguía respaldando con sus maniobras al CAF, encabezado por Enedina Arellano y Fernando Sánchez Arellano “El Ingeniero”.

En julio de 2003, el Departamento de Estado de los Estados Unidos, ofreció la recompensa de 2 millones de dólares a quien aportara datos para la localización del criminal, y por el que los norteamericanos solicitaron una orden de detención provisional con fines de extradición por narcotráfico.

Tomó más de veinte años localizar al ahora detenido, que se dijo, operaba inicialmente en todo Baja California, después se mudó a la zona de Chihuahua, y hace un par de años se le ubicaba en el sur del Estado de California. A últimas fechas, se afirma que se movilizaba en el sureste del México, con fuerte presencia en Oaxaca, para la recepción de cocaína procedente de Sudamérica.

Debido a la supuesta privación de la libertad de Manuel Aguirre Galindo el sábado 19 de octubre por parte de personas fuertemente armadas, familiares y abogados del capo acudieron a diversas dependencias federales en busca de información, sin éxito alguno.

Por ello, el mismo sábado, Elizabeth Aguirre Ramos, pariente directa del “Caballo”, presentó una demanda de derechos fundamentales en el Juzgado Decimosegundo de Distrito de Amparo en Materia Penal del Distrito Federal, señalando como actos reclamados la detención y la incomunicación, y como autoridad responsable al secretario de Seguridad Pública Federal (autoridad que ya no existe).

El juez ordenó la suspensión de cualquier tipo de vejación hacia el presunto narcotraficante, aunque finalmente, la promovente del juicio dijo desconocer realmente dónde pudiera estar su familiar.

El martes 22 de octubre, la señora Marian Berenice Álvarez Chávez interpuso un segundo juicio de amparo ante el Juzgado Quinto de Distrito especializado en la materia, pero ahora demandando incomunicación, tortura, malos tratos y desaparición forzada por parte de la SEIDO.

Personal de dicho tribunal envió al actuario judicial a verificar la presencia de Manuel Aguirre a las instalaciones de la SEIDO; el miércoles 23 se informó que no estaba ahí, por lo que el juzgador solicitó información a la dependencia federal por escrito.

El jueves 24 de octubre se conoció que Aguirre Galindo ya se encuentra recluido en el Centro Federal de Readaptación Social Número 1 “Altiplano”, en Almoloya de Juárez, Estado de México, a disposición de un juez federal en materia de Procesos Penales Federales con residencia en Toluca.

A la fecha, continúan prófugos otros líderes del CAF, como Enedina Arellano Félix y Fernando Sánchez Arellano “El Ingeniero”.

LA EJECUCIÓN DE RAFAEL ARRELLANO

Luis Antonio López "El MImoso", ex vocalista de la Banda El Recodo, amenizó la fiesta de Rafael Arellano Félix. Foto: Zeta
Luis Antonio López “El MImoso”, ex vocalista de la Banda El Recodo, amenizó la fiesta de Rafael Arellano Félix. Foto: Zeta

Al momento de ser asesinado, Francisco Rafael Arellano Félix “El Menso” o “El Pelón”, en el salón de fiestas Ocean House en Los Cabos, Baja California Sur, estaba acompañado de su esposa Rocío del Carmen Lizárraga Lizárraga, y tres de sus hijos: una niña de 12 y dos jóvenes, uno de 25 y otro de 31 años.

El creador del Cártel Arellano Félix, y mayor del clan, celebraba el 18 de octubre sus 63 años a lo grande. Acompañado de políticos, empresarios y figuras del espectáculo y el deporte nacional.

Durante las primeras indagatorias, se determinó como una línea de investigación que el asesino material y los intelectuales provenían de Sinaloa. Que en aquel estado se enteraron de la exposición pública de Rafael Arellano, por la indiscreción de uno de los invitados que refirió que viajaría a Baja California Sur para asistir a la fiesta, que el ahora occiso había pagado el pasaje aéreo de decenas de personas. Seguirlos fue fácil.

El día que lo asesinaron, Rafael Arellano estaba desarmado y solo. No traía escoltas o guardias de seguridad porque “tenía cinco años que se había retirado del negocio del crimen organizado y desde entonces vivía tranquilamente en el puerto de Cabo San Lucas”.

El convivio, que había empezado alrededor de las cuatro de la tarde, alcanzó su máximo apogeo a las ocho de la noche, cuando una camioneta Chevrolet TrailBlazer de color negro, entró por un portón –el cual no tenía en ese momento elementos de seguridad– y continuó avanzando cerca de 100 metros hasta llegar al salón de fiestas.

En el asiento delantero –según testigos– iban dos personas. Por la puerta trasera, descendió un hombre disfrazado de payaso. Se encaminó hacia el salón por la parte del estacionamiento. Recorrió unos 80 metros y llegó el área de la cocina. Ahí se detuvo y observó a los invitados.

El payaso identificó a Rafael Arellano casi al centro del salón. Se abrió paso entre los invitados y caminó directo hacia él. A poco más de un metro de distancia de su blanco, sacó de entre su disfraz un arma y disparó cuatro veces a la cabeza de Arellano. Cuando éste cayó al piso ya muerto, el sicario disparó una vez más. También a la cabeza.

El cuerpo quedó a escasos uno o dos metros de la puerta principal, y el sicario corrió hacia el lado de la playa; rodeó el salón por la parte trasera hasta regresar al área de la cocina. Según testigos, ahí se paró y lanzó cuatro disparos al aire, porque el hijo mayor del narcotraficante iba corriendo tras él y el matón trato de detenerlo o asustarlo.

El criminal apresuró el paso y se subió a la camioneta que ya lo esperaba con la puerta trasera abierta, el chofer arrancó a alta velocidad, salieron de las inmediaciones del salón y tomaron la carretera federal rumbo a San José del Cabo.

Así, el capo Francisco Rafael Arellano Félix, se convirtió en el primero de la dinastía en ser ejecutado. Ramón murió en una balacera en el año 2002 en Mazatlán, Sinaloa, y Benjamín, Eduardo y Francisco Javier “El Tigrillo”, purgan condenas en prisiones de Estados Unidos. En tanto, las hermanas Karely, Alicia y Enedina, viven a salto de mata en la Unión Americana.

LA ESCENA DEL CRIMEN

La última foto de Arellano Félix con su esposa Rocío del Carmen Lizárraga. Foto: Zeta
La última foto de Arellano Félix con su esposa Rocío del Carmen Lizárraga. Foto: Zeta

El cuerpo de la víctima, vestido completamente de blanco, quedó en medio de un charco de sangre.

Al momento de los disparos todo fue confusión: unos gritaron, otros se tiraron al piso e incluso otros se metieron debajo de las mesas.

Después de la balacera, los entre 80 y 100 invitados, inmediatamente salieron corriendo del salón, se subieron a sus vehículos y se fueron, quedando solo cerca de 20 personas, entre familiares, músicos y personal de servicio, así como trabajadores del salón de fiestas.

Según el dictamen de la necropsia de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), el capo recibió cinco disparos en la cabeza, uno de ellos cuando el cuerpo yacía en el suelo.

En la escena del crimen, los peritos de la PGJE encontraron cuatro cartuchos percutidos y otros cuatro más por el lado de la cocina, los cuales –según el resultado del estudio de balística– eran calibre 5.7 x 28 milímetros.

El arma homicida era una llamada “matapolicías”, cuyas municiones perforan chalecos y cascos blindados hasta una distancia de 100 metros, y se fabrican en Bélgica.

Los primeros en llegar hasta el lugar fueron agentes de la Dirección de Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de Los Cabos, quienes dieron aviso al Ejército Mexicano, Secretaría de Marina, Policía Federal Preventiva, Procuraduría General de la República, Policía Estatal Preventiva y Policía Ministerial del Estado.

Los primero que hizo la esposa de Arellano fue sacar a su hija de 12 años de la zona, la cual –según familiares– no supo realmente qué había sucedido y solo preguntaba por su padre. En tanto, los otros dos hijos se quedaron en el lugar y apoyaron en todo momento a la viuda.

El agente del Ministerio Público del Fuero Común Especializado en Homicidios Dolosos, abrió la averiguación previa CSL/027/HOM/2013, y hasta el cierre de esta edición, había recabado alrededor de 40 declaraciones de testigos presenciales, cifra que representa solo el 30 por ciento de la lista de invitados al convite fatal.

En la fiesta también estuvo el ex jugador Jared Borguetti. Foto: Zeta
En la fiesta también estuvo el ex jugador Jared Borguetti. Foto: Zeta

Rafael Arellano Félix utilizaba el nombre de Mauro Vázquez, pero tras ser ejecutado, fue descubierto de forma espontánea por su propia esposa; en medio del llanto y del dolor, reveló que la verdadera identidad de su pareja era Francisco Rafael Arellano Félix.

La noticia del asesinato se desperdigó, y en solo una hora ya se sabía que el miembro de la familia de narcotraficantes había sido asesinado en la costa de oro de Los Cabos.

LAS HIPÓTESIS

Después del crimen, fuerzas militares, federales y estatales, implementaron un dispositivo para rastrear y dar con el paradero de la unidad en que se transportaron los asesinos. Sin embargo, no rindió resultados.

Al cierre de esta edición, los tres presuntos sicarios permanecían prófugos.

Las líneas de investigación, son dos, conspiración de un cártel enemigo y ajuste de cuentas.

Los sujetos de investigación:

1. Una célula de los Beltrán Leyva.

2. Ataque por parte del Cártel de Sinaloa.

3. Una posible venganza de Joaquín “El Chapo” Guzmán, cuando un denunciante anónimo hizo una llamada y delató a la DEA la presencia del capo sinaloense, ofreciendo santo y seña de tres propiedades donde posiblemente estaba refugiado. Estuvo a punto de ser capturado en un fallido operativo de la Policía Federal Preventiva. Los investigadores creen que la persona que hizo la llamada pudo haber sido el asesinado.

Aunque oficialmente –según la PGR– Rafael Arellano estaba en el estatus de parado, es decir, inactivo después tras haber pagado condenas en cárceles de Estados Unidos y México, y haber recuperado su libertad el 4 de marzo de 2008, no se descarta que haya dejado alguna rencilla con organizaciones criminales rivales, e incluso por la lucha que libran las tres organizaciones delictivas por el control de Mazatlán, Culiacán y Tijuana.

El modus operandi del crimen fue de un ataque de la mafia, en el cual “los sicarios dispusieron de cuando menos dos vehículos y tres armas que ya estaban esperando la llegada de los sicarios desde Sinaloa”, refieren las autoridades, así como la colaboración de personas dentro la organización Arellano Félix, pues no había guardias de seguridad y, a pesar de siempre estar controlados los accesos, ese día las puertas del salón de fiestas se abrieron para que entrara quien lo deseara, ignorando la privacidad del festejo y la lista de menos de cien invitados.

En base a indagatorias, los asesinos “no eran del estado y solo tuvieron apoyo logístico de criminales de la región que entregaron muy posiblemente el disfraz, los vehículos y las armas, y quienes actualmente son rastreados”.

Actualmente, según el último mapa delictivo elaborado por autoridades federales y militares, los cárteles de Sinaloa y Beltrán Leyva tienen actividades criminales en Los Cabos, La Paz, Comondú y Loreto.

La investigación –informó la PGJE– será complicada, ya que la mayoría de los testigos abandonaron la escena del crimen, y que aunque coinciden en que “el sicario iba vestido de payaso”, todos reconocieron “no haber puesto atención, porque pensaban que era parte del programa de la fiesta hasta que lo observaron disparando”.

Los testigos dijeron “no recordar siquiera cómo iba vestido”, pero solo cinco atinaron a decir que “iba con una camisa entre azul y morada, una peluca multicolor y nariz roja”.

Cuando fueron cuestionados si el payaso traía el rostro pintado, o que proporcionaran rasgos físicos como complexión física, color de piel y estatura, ninguno de los testigos pudo responder, porque no se habían fijado y solo pensaron en esconderse o correr fuera del lugar.

No obstante, la PGJE revisa la lista de pasajeros que ese día arribaron al Aeropuerto Internacional de San José del Cabo desde Culiacán, Sinaloa, y también buscan rastros en la compra de los aditamentos de payaso y de la camioneta en que el asesino escapó.

En el patio de salón de fiestas, Rafael Arellano y sus amigos. Foto: Zeta
En el patio de salón de fiestas, Rafael Arellano y sus amigos. Foto: Zeta

LA INVESTIGACIÓN

En entrevista con Zeta, el Procurador Gamill Arreola Leal expuso que el caso está siendo investigado por la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), porque “se trata de un crimen”, y hasta ahora “no tenemos elementos jurídicos que puedan permitir que el caso sea atraído por la PGR”.

De acuerdo al funcionario, Francisco Rafael Arellano Félix no tenía abierta ni una sola investigación por delincuencia organizada, asociación delictuosa, narcotráfico o lavado de dinero.

“Lo que debía, lo pagó”, aseveró Arreola.

Efectivamente, en diciembre de 1993, Arellano fue detenido por la desaparecida Policía Judicial Federal, y sentenciado a 10 años y tres meses de cárcel en la penitenciaría de Almoloya de Juárez, Estado de México, bajo los cargos de narcotráfico y posesión ilegal de armas.

En 2004, y a punto de salir de prisión, fue requerido vía extradición por Estados Unidos para ser juzgado por el delito de narcotráfico y asociación delictuosa, y el 4 de marzo del mismo año, un juez federal aprobó la solicitud de extradición tras haber evaluado las pruebas del gobierno norteamericano. El 16 de septiembre de 2006 fue trasladado y sentenciado a siete años de prisión.

Sin embargo, el 4 de marzo de 2008, Rafael Arellano fue liberado y repatriado por buena conducta, fue entonces que regresó a vivir a Mazatlán, Sinaloa y, tras pretender ser asesinado ese puerto, según el testimonio de un familiar que obra en el expediente, finalmente se fue a vivir a Cabo San Lucas.

Según datos recabados por  Zeta, el narcotraficante vivía con su esposa y su hija en la calle de Isla Santa Margarita Manzana 6, Lote 1, de la colonia Cumbres del Tezal, en el puerto sanluqueño.

El conjunto residencial es de mediano estatus económico, las viviendas alcanzan un valor de entre 1.5 y 2.5 millones de pesos, y están localizadas en la cima de un cerro desde donde se puede apreciar la inigualable belleza del Arco de Cabo San Lucas.

La morada de Arellano es una vivienda de doble piso, tres recámaras, tres baños, sala, comedor, estudio, recibidor, garaje para dos vehículos y acabados en granito y acero inoxidable. Tiene 195 metros cuadrados de construcción y 106 de terreno, parte de un conjunto de viviendas con espacios de uso compartido como gimnasio, jardines, dos piscinas y una zona de juego para niños. Las viviendas fueron construidas por la firma Homex.

Según un reporte de inteligencia federal, Rafael Arellano manejaba un bajo perfil para aparentar ser una persona de trabajo; adquirió una vivienda en la populosa colonia El Caribe, en Cabo San Lucas -Manzana 2, Lote 1-, justo a la entrada de la invasión conocida como “Caribe Alto”. No obstante, la PGJE investiga a qué se dedicaba o de qué vivía, sobre todo su entorno de negocios y familiar en Los Cabos.

Un integrante del Grupo de Coordinación de Seguridad Pública, expuso que “en estos momentos sería muy aventurado pensar siquiera que pueda registrarse una espiral de violencia en el estado a raíz del crimen del narcotraficante, porque hasta donde tienen conocimiento la víctima ya no estaba operando actividades delictivas y criminales, y por lo tanto, no significaba problema alguno para nadie; ni siquiera para Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, que era acérrimo enemigo de los hermanos Arellano Félix”.

El miembro de este grupo interinstitucional dijo que la disputa más fuerte entre los Arellano Félix y los Beltrán Leyva se libra en Mazatlán, Sinaloa –donde los primeros tienen su bastión–, en tanto en Tijuana, otro de sus bastiones, la guerra es entre el CAF y el Cártel de Sinaloa.

Por lo pronto, el cártel sigue en manos de Enedina Arellano Félix y su sobrino, Fernando Sánchez Arellano “El Ingeniero”.

LA FIESTA CON POLÍTICOS Y EMPRESARIOS

Los Cabos, Baja California Sur. Notablemente delgado, ya con los estragos del tiempo en el rostro, y una figura que se notaba ejercitada, Francisco Rafael Arellano Félix festejaba su cumpleaños número 63, cuando fue ejecutado a tiros por un sicario disfrazado de payaso.

Seleccionó para el jolgorio el salón de fiestas Ocean House. Desde las cuatro de la tarde se mantuvo en la puerta de acceso al lugar, ubicado en el Kilómetro 17 del corredor turístico entre San José del Cabo y Cabo San Lucas.

Arellano recibió personalmente a sus invitados, el 18 de octubre de 2013, a la que sería su última celebración de cumpleaños.

La esposa del mayor de los hermanos Arellano Félix, y organizadora de la fiesta, estaba con él. La lista de convidados no superó las cien personas. Todos felicitaron a Mauro Vázquez, el alias que el miembro de una de las familias mafiosas más notorias de México, utilizó durante su estancia de tres años en Baja California Sur.

Realmente el ex presidiario cumpliría 63 años el 24 de octubre, pero por cuestiones de fechas del arrendamiento del local, adelantaron el festejo para el 18. El salón de fiesta, rentado en mil 200 dólares, lucía repleto de globos con la leyenda “Fue niño” y estaba decorado con manteles de color azul; además se contrató un equipo de luz y sonido.

Las fotografías tomadas el día de la fatal celebración, muestran a Rafael Arellano, a su esposa y amigos, de pie en el imponente jardín frente al salón de fiesta, y como fondo la privilegiada vista al mar.

Entre los invitados de Arellano Félix, había celebridades locales y hombres de la función pública y la política. Según reportes de los investigadores, ahí se encontraba, por ejemplo, el ex procurador general de Justicia del Estado y actual Notario Público Número 22, Francisco Karim Martínez Lizárraga. También el empresario y dueño de la concesión de la firma de motocicletas Harley Davidson en Cabo San Lucas, David Comartin Riee, quien previo a la Semana de la Motoen Mazatlán, Sinaloa -del 3 al 7 de abril de 2013- y de acuerdo a investigaciones, había vendido una motocicleta al festejado, a razón de 27 mil dólares.

En el festejo no podían faltar “Los Harleros” -como dicen que el ex convicto llamaba a sus amigos de aventuras en motocicleta-, entre los que destaca el arquitecto Mario Maldonado, con quien -explica la autoridad investigadora- pudo concretar negocios en común.

También se presentó el ex futbolista Jared Borgetti, originario de Culiacán, Sinaloa, y máximo anotador de la Selección Mexicana con 46 goles, arriba de Cuauhtémoc Blanco, Luis Hernández y Carlos Hermosillo. Otro atleta festejando: el boxeador Omar Chávez, hijo de la leyenda del boxeo, Julio Cesar Chávez, acompañado de su equipo de alrededor de 10 personas, quien un día después pelearía contra el canadiense y ex campeón mundial de peso superwelter, Joachim Alcine, en el gimnasio municipal, en el marco de las fiestas de fundación de Cabo San Lucas.

Suponen quienes oficialmente reconstruyen la línea de acción de Arellano ese día, que por la mañana acudió a la ceremonia del pesaje previa a la pelea de Chávez, y ahí lo invitó a su fiesta de cumpleaños.

Comentaron los investigadores a Zeta, que en la misma ceremonia de pesaje, se encontraba el alcalde de Los Cabos, José Antonio Agúndez; que ahí saludó al mayor de los Arellano Félix, y que éste también lo convidó al festejo, pero el perredista no asistió al acto donde fue ejecutado el ex preso.

La fiesta fue ambientada por la banda La Cabeña, y posteriormente por El Mariachi de Los Cabos, hasta que llegó el ex vocalista de Banda El Recodo, Luis Antonio López “El Mimoso”, para poner más ambiente a la fiesta.

El festejado, aparte de su esposa, la ex reina del Carnaval de Mazatlán en 1990, Rocío del Carmen Lizárraga Lizárraga, estaba acompañado de la hija de ambos, de 12 años, y de dos de sus hijos del primer matrimonio: Francisco y Benjamín Alberto Arellano Barrionuevo, de 25 y 31 años, quienes de acuerdo a las investigaciones, llegaron procedentes de Phoenix, Arizona.

Después de la ejecución, en el salón de fiestas todo fue silencio, solo quedó un pastel de chocolate en la cocina. Los invitados prácticamente huyeron, y algunos como el boxeador Omar Chávez, tuvieron que ir a declarar a la Agencia del Ministerio Público de la PGJE. El pugilista lo hizo un día después de su pelea, es decir, el 20 de octubre, donde declaró que “únicamente había pasado a saludarlo y comer”, que cuando se despidió e iba saliendo, escuchó detonaciones de arma de fuego. Y se fue.

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